Los miembros de esta casa productora son creativos inconformes dispuestos a romper esquemas, a evitar encasillarse en los estándares pautados por libros y academias.
Entrar a la sala de reuniones de 35mm puede confundirse con la casa de Steven Spielberg por la cantidad de galardones expuestos. Premios de concursos actuales como ANDA, y extintos como el Meridiano de Oro, se exhiben sin recato a lo largo y ancho de toda una pared. Ellos saben que es su mejor carta de presentación ante un nuevo proyecto.
Específicamente de los otorgados por P&M han recibido 13, incluyendo el de este año en el que triunfaron en la categoría Mejor Casa productora, “quiere decir que te sabes reinventar, amoldar a los tiempos y evolucionar con la vida”, indicó Salvador Bonet, director de 35mm. Más que reinventarse, trabajan en adelantarse, porque recibieron Premio ANDA 1988-1989 por Mejores Efectos Especiales cuando no se acostumbraba que los comerciales los tuvieran.
Desde su nacimiento en 1988, 35mm se ha encargado de mostrar un trabajo diferenciado, creativo, que el televidente disfrute. Una productora compuesta de personas inconformes con lo que se estaba haciendo para la pantalla venezolana.
EL DURO COMIENZO
Para Salvador Bonet ha sido una fortuna formarse con Franco Rubartelli, a quien califica de artista y personaje que marcó pauta en el mundo cinematográfico. No obstante, como todo pupilo, sintió que hubo un momento en el que aprendió lo suficiente para abandonar el nido. Parte de ese vuelo fue la película Tiznao, que filmó en 1983 junto a su actual esposa Dominique Cassuto. Bonet reveló que fue muy galardonada pero “económicamente catastrófica”. Es allí cuando este director entendió la ventaja publicitaria, “trabajamos con dinero de otras personas y no hay que perderlo. La idea era circunstancial, pero ya llevo 23 años con esto”. Bonet recordó con entusiasmo los inicios de su casa productora: “La primera persona que nos dio un comercial se llamaba Johnny Fishbach, de la agencia que actualmente es Concept McCann. Tuvo confianza en nosotros y nos guio. En ese momento estaba lanzando la campaña de pañales arruchaditos de Mami. Es muy difícil comenzar. Yo me cansé de visitar agencias a las que íbamos a licitar, y todos me decían: ‘¡Qué bueno que te independizaste! Cuando tengas un reel de veinte o treinta comerciales, vienes’. Pero, ¿cómo iba a tenerlos si nadie se atrevía a darme el número uno?”. A Dios gracias perdió la cuenta de cuántos van hasta 2011.
SIN FÓRMULAS
Difícilmente existe un venezolano que no recuerde alguno de los comerciales de Tiendas Graffiti, los cuales causaron explosiones de risa en la audiencia. De igual forma, los de Banesco y Farmacia SAAS produjeron el mismo efecto. Los hacedores de esas joyas publicitarias fueron creativos arriesgados que no se guiaron por las biblias de los grandes gurúes de la publicidad, ni se amilanaron por los comentarios de sabios que les dijeron que eso no funcionaría.
“Graffiti llamaba la atención porque rompía con la publicidad de esa época que era extremadamente rígida y académica. Estaba como uniformada, y ninguna resaltaba con respecto a otra, era como monótona. Con esos comerciales, en primer lugar, se acabó el cliché de que siempre fuese el catirito o la guapita, si en el mundo no somos así. Hacíamos publicidad de gente para gente. También empezamos a colocar palabras que las dices en tu casa pero en publicidad estaba prohibido”, describió Bonet respecto a su peculiar estilo. Los años le dieron la razón en que malo no era.
EN AQUEL TIEMPO…
Los avances tecnológicos han permitido realizar videos como por
arte de magia, con sólo hacer clic. Sin embargo, hace dos décadas el trabajo cinematográfico era más elaborado según lo que reseñó Bonet, “Yo vengo de la época en que aún se editaba en una moviola. Era mucho más laborioso y te enseña a ser más preciso porque no había tanto margen de error, ni siquiera en los negativos. La fotografía tenía que ser mucho más cuidada porque no había oportunidad de corrección; si te quedaba oscuro, moría oscuro”.
El director comentó que cuando 35mm empezó hace dos décadas, la creación de comerciales carecía de la dedicación actual. La agencia de publicidad indicaba la locación, el talento aparecía con su propio vestuario y el productor realizaba el trabajo que hoy se reparte entre una docena de personas.
Posteriormente, se desarrollo una apertura en la comunicación audiovisual a partir de la importación de directores extranjeros y a la incursión de las cableteras que transmitían pautas de países vecinos. Es entonces cuando los spots empezaron a destacar más por sus fastuosas producciones que por la idea creativa que los respaldaba.
Sin embargo, finalizaron los 90 y con ellos la bonanza financiera que permitía las grandes inversiones. Bonet señaló que “antes una producción podía durar diez o doce días. Se trancaban calles para decorarlas. Luego, se tuvo que recortar por falta de dinero y había que simplificar. En contraposición, la crisis puso más agudo a los creativos, empezaron a surgir ideas que pudieran hacerse en un día”.
En definitiva, no hay coyuntura económica ni política que detenga el trabajo de estos productores. Al final, se trata de una marca que tiene algo que comunicar, una imagen que respaldar y un consumidor que satisfacer.